La publicidad forma parte del mundo en el que
estamos, está ligado a la cultura de masas y promueve un determinado consumo
cultural. Todo ello es explicable en la medida que se reconoce la interrelación
entre lo económico, lo social y lo cultural.
Los mensajes publicitarios contienen
roles sociales que acaban condicionando nuestra conducta. A menudo, la
publicidad perpetúa una serie de estereotipos que tradicionalmente se han
adjudicado a los hombres, las mujeres, los niños o los ancianos.
La publicidad impone un ideal en cuanto a la
imagen física, estilo de vida, propone llegar a la “felicidad” consumiendo los
productos y servicios que difunde, lo que hace que todo aquel que se vea
influenciado por la publicidad intente alcanzar el ideal alejándolo de su
propia realidad.
Siendo los jóvenes y adolescentes un público
objetivo susceptible, pero no más que los niños ellos receptan todo lo
percibido frente a la publicidad.
La publicidad propone una juventud dinámica,
alegre y con un gran poder adquisitivo. Para venderles los productos (moda, coches,
tecnología) utiliza varios temas: los estudios, las discrepancias con los
padres, la música, la velocidad y el deporte entre otros
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